Vida, viento y mañana… el final.
La historia terminó como se dibujó en mi mente cada noche,
entre penumbra y sombra escribí nuestra novela con letras de rock and roll,
en el techo, en las paredes, en mi almohada,
aparecías fulgurante e inquieta,
como una pequeña flor que se protege con espinas lacerantes,
pero…
Alguien llegó antes,
Alguien ocupaba ya el sitio,
Alguien cautivó tu soledad.
Me quedé sentado en la banqueta del recuerdo,
me quedé, fuiste sincera y me quedé,
fui sincero y me quedé,
no soy tu tipo y me quedé.
El paradigma de lo que soñaste y te enseñaron desde niña,
el modelo de hombre con el que casaste a tus muñecas,
el “lindo” del colegio que jamás te miró,
la envidia de las vecinas y el orgullo de tus hermanas.
Como escritor apresurado perfile el final,
algo sencillo, pero cálido,
suspiré, y antes del adiós,
fulminé las inmensas ganas de abrazarte…
era el final.
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